“Hemos decidido que vuelvas a cobertura de calle, en tu silla de ruedas”

 07/12/2020 - 03:53

En esta colaboración especial para el IPYS, Enrique Flor, reportero de El Nuevo Herald, de Miami, cuenta su experiencia de retorno a la sala de redacción del diario, tras su progresiva recuperación del mal que ha limitado sus movimientos. En silla de ruedas, Kike ha vuelto a la cancha: malas noticias para los malos políticos.


Por Enrique Flor

Llegué puntual a la sala de redacción del Nuevo Herald. Un cubículo había sido acondicionado en el área de redactores, editores y diseñadores.

Mi editor directo de aquel entonces, Luis Felipe López, me explicó que me enfocaría en escribir historias que me mantendrían ocupado sin necesidad de salir de la oficina. Firmé documentos internos y empecé a usar el nuevo sistema que acababa de ser implementado en el periódico. Terminé rápido mi primera historia, pese a escribirla con una sola mano.  Un par de colegas se animaron a acompañarme a caminar, con mi andador de una sola mano, hasta la planta impresora del periódico, ubicada en el edificio contiguo. A mis terapistas del Hospital Jackson Memorial les habría gustado verme cómo yo lograba subir las empinadas escaleras de la rotativa.  Mario y Martha me insistían en que tuviera cuidado. Mario Pentón, periodista cubano que previamente reporteo en su tierra con la heroica revista 14 y Medio, y Marta Oliver Craviotto, una española editora de video que acababa de culminar su posgrado se sumaron a mi breve aventura.

Al regresar a la oficina, revisé las agendas de las municipalidades que solía cubrir y recontacté a sus voceros para mantenerme informado con la documentación oficial.

Tras una primera semana de trabajo, un lunes recibí la llamada de una vieja fuente que se había enterado de que estaba de vuelta y me indicó que buscara en una de las plataformas municipales la más reciente agenda, la cual había sido aprobada por los concejales. La medida aprobada se refería a la autorización para comprar una camioneta Jaguar usada para asignársela al alcalde. La decisión se tomó en momentos en los que el burgomaestre impulsaba una consulta pública para que los votantes aprobaran el aumento de impuestos a la propiedad para financiar el reforzamiento de la seguridad en las escuelas, mediante la contratación de más policías. Poco antes se había producido un tiroteo con armas de asalto en una escuela pública al norte de Broward, condado contiguo a Miami Dade.

Enrique Flor entre sus colegas Mario Penton, reportero de El Nuevo Herald y Reinaldo Escobar Casas, editor de la revista cubana 14yMedio, en la redacción de El Nuevo Herald.

Mi editor corroboró la información de los documentos que le alcancé y se apresuró en editar el artículo. Dispuso diagramarlo como la historia más importante de la página de Locales. Llegada las 6 p.m., me despedí y bajé a esperar el transporte que me llevaría a casa. Al salir del ascensor opté por ir al baño, y en el camino pasé por una puerta con llave digital, de la que salía música, y a la cual nunca había entrado. Era el gimnasio del periódico, repleta de equipos similares a los que yo utilizaba para ejercitarme en el hospital. Pedaleé hasta que el servicio de transporte especial (STS, por sus siglas en inglés) llegó a recogerme. Aquel día me acosté temprano. Debía empezar mis sesiones de hidroterapia y no me había quedado otra opción que reservar el primer turno de terapias, a las 7 a.m. Para llegar puntual, STS me recogía tres horas antes, para así recoger en el camino a otros pacientes y circular en horas pico por Miami. Me acostumbré a despertar a las 3 a.m., para llevar la hidroterapia sin problemas. Lo bueno fue que progresivamente fui dando pasos sin sujetarme de nada, manteniendo equilibrio por el centro de la piscina.

De vuelta en la sala de redacción, la entonces Directora del Nuevo Herald, Nancy San Martin, se acercó a mi cubículo con el periódico en mano y me dijo: “Hemos decidido que vuelvas a cobertura de calle, en tu silla de ruedas”. El electorado rechazó la propuesta de aumento de impuestos.

La decisión de San Martín me motivó y de inmediato programé asistir a una audiencia pública nocturna. Mi nuevo editor, Germán Guerra, me dijo que me recogería en el edificio municipal una vez que él cumpliera con el cierre de edición. Realicé la cobertura sin problemas. Mi editor llegó a recogerme alrededor de las 9 p.m., y me llevó a casa.  Esos gestos de ayuda no eran nada nuevos por parte de Germán, quien había instalado barandas de seguridad para que yo pueda entrar a la tina del baño, para poder darme un cotidiano duchazo, sin accidentarme. Levantar la pierna izquierda para entrar a la tina era algo tan sencillo que antes no podía hacer. Pero tras casi cuatro años de esfuerzo permanente, mi rodilla ya reacciona a mis órdenes. Así fui recontactando varias fuentes locales, con quienes prevalece una relación de mutuo respeto. Pero lograr mi rehabilitación integral es mi meta para, por ejemplo, volver a ser capaz de escribir artículos como este, con ambas manos.  


Una mañana de enero del 2020,caminando con un andador en la redacción del Herald.